[Spirited Away] Su Chihiro

Tenía las rodillas raspadas, el rostro sucio y el cabello deliñado, pero para él, seguía siendo igual de hermosa. Cuando la fue a ver esa mañana para pedirle que se encontraran pudo notar como tiritaba bajo las sabanas, que tenía miedo… Que estaba terriblemente asustada. Y luego él también se sintió mal, porque si no fuera por su culpa, aquella criatura se podría haber salvado de aquello. Aunque no tenía esa certeza, era algo así como una corazonada.

Lo que peor hacía sentir a Haku con respecto a Chihiro, era que aunque la estaba ayudando a volver a su mundo, a salvar a sus padres; él sólo deseaba tenerla más y más tiempo a su lado. No quería alejarla, no quería separarse de ella. Por eso era que se había ido y había aceptado aquel loco encargo de Yubaba contra Zeniba, porque ya no soportaba verla trabajar y no poder hablarle como quería, no poder tocarla, no poder acariciar su cabello y comer juntos, sin que nadie los molestara.

Eso era lo que había pensado en ese momento, pero cuando ése papel lo atacó de vuelta a los baños, sólo pudo pensar que no quería que Chihiro lo viera así de mal, así de herido y débil. No quería que lo reconociera y sintiera lastima por él. Y aún así aquella chica había hecho exactamente lo que él no quería que hiciera. Pero a fin de cuantas lo había salvado.

Cuando había despertado con Kamachi sólo podía recordar la voz de su niña, pero nada más que eso. Luego ese anciano le comentó que ella lo había salvado. A él. ¡A un dragón! Pero a pesar de todo, él sólo quería verla, abrazarla y no soltarla nunca, porque había arriesgado su vida para salvarlo a él. Pedirle disculpas por lo que había dicho cuando no la querían dejar trabajar. Quería verla por todos los dioses, ¡y esa terca niña se había ido! Lo había dejado para recuperarse, pero ¿Es qué no podía esperarse unos minutos?
Por eso mismo, cuando ella le otorgó su nombre nuevamente, se sintió como el ser más feliz de todo el mundo. Esa pequeña criatura le había devuelto su nombre, y a la vez le había devuelto la capacidad de amar. Y de amarla sólo a ella, porque no importaba nada, él sólo la podía amar a ella, a nadie más. A ninguna otra.

Porque ella era su Chihiro

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